El título de esta obra no engaña, realmente la vida de
Henry N. Brown es fabulosa, sobre todo si tenemos en cuenta que nos enfrentamos
a la vida de un oso de peluche. Y este aspecto fue el que me atrajo de esta
obra, lo reconozco, tengo debilidad por lo puntos de vista y las voces
narrativas originales, y este me resultó de lo más original. Esta clase de
voces tienen una trampa, una gran trampa, que es la enorme dificultad que
tenemos los seres humanos para meternos en la piel de otro y pensar como su
fuéramos la otra persona, y en este caso, Anne Helene Bubenzer, da un giro más
y se atreve con un oso de peluche.
Aunque era algo que me esperaba, realmente disfruté
con el descubrimiento de tener ante mí una novela viajera. Henry nos lleva de
la mano a múltiples destinos, empieza por Inglaterra (nació en Bath) y
posteriormente visita, Estados Unidos, Francia, Alemania, Noruega, Italia,
Suiza, Hungría y Austria, lo que viene a ser un recorrido nada desdeñable, y
más si estamos hablando de un oso de peluche.
El estilo narrativo es muy original, realizando
pequeños flashback en el comienzo de cada capítulo que enseguida enlaza con el
hilo narrativo natural del libro. Sin embargo he observado ciertas
incongruencias dentro del pensamiento de Henry (Es un oso, lo se) en lo
referente a los conocimientos y desconocimientos que tenía, haciendo difícil la
credibilidad del protagonista.
También quiero poner en valor, el mensaje que
transmite con cada una de las familias que convive, ya que se le plantean
diferentes situaciones familiares que hacen de su presencia entre ellos una vía
de escape y de comunicación (unidireccional) muy positiva. Personalmente me
quedo con dos experiencias la de Noruega/Alemania y la de Budapest, por la
intensidad de lo vivido y por el momento histórico.
Al terminar la lectura realmente este libro transmite
un sensación de que la historia no ha terminado, existe un puerta abierta la
que nosotros hoy en día estamos escribiendo y haciendo que Henry la viva en
silencio.
En resumen tenemos ante nosotros una historia muy
sentimental, en la que la figura del oso de peluche no añade más que una carga
sensitiva que encaja a la perfección con el sentido de la obra, una obra que
merece ser leída, aunque solo sea como homenaje a nuestro viejo amigo de
peluche de la infancia.
Henry N. Brown |
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