En Londres, en el verano de 1976, durante una ola de calor y
una sequía legendarias, Robert Riordan, recientemente jubilado, sale de casa
por la mañana, como todos los días, para comprar el periódico, pero esta vez no
regresa. Asustada, su esposa Gretta llama a sus tres hijos, que regresarán a la
casa familiar para emprender las pesquisas. El inusitado calor provoca extraños
comportamientos entre los Riordan, irlandeses católicos radicados en Londres, y
varios secretos guardados celosamente durante años afloran a la superficie.
Cada uno de los hijos tiene sus propias ideas acerca de dónde puede estar su
padre, pero lo que ninguno sospecha es que su madre sabe mucho más de lo que
les ha contado.
Esta novela ha conseguido algo que hace tiempo que no me
pasaba con un libro, y es dejarme totalmente indiferente ante lo que en ella
ocurre y se relata. Tal como empecé, acabé, realmente no fue así, ya que empecé
con ciertas expectativas que con el paso de las páginas se fueron diluyendo más
y más según avanzaba en la lectura.
Lo único que salvo de este libro es la calidad narrativa,
por lo que pienso que si juntásemos está calidad narrativa con una buena idea
que atraiga y sea interesante podríamos tener una lectura más que interesante,
pero no es el caso que nos ocupa.
La trama, desde mi punto de vista, carece de interés sin
tener ningún aspecto que destaque y capte nuestra atención. Sin embargo yo
defiendo que en algunas ocasiones no es necesario que en las lecturas sea
obligatorio que tenga que hacer acto de presencia algún hecho sorprendente,
sino que en ocasiones la propia descripción costumbrista del entorno, de la
cotidianidad y de los personajes puede hacer que la lectura se convierta en un
auténtico placer, por el solo hecho de relatar algo habitual pero que engancha.
Pero esta lectura adolece de ambos extremos.
Ha sido un chasco ya que esperé y preparé este libro con
tiempo y le hice un hueco porque me daba buenas sensaciones de volver al
costumbrismo británico en los años 70, pero no ha sido así y esto me lleva a
pensar en que en ocasiones cuando te enfrentas a nuevas temáticas o en este
caso a nuevos autores es una pequeña lotería (o como diría Forrest Gump una
caja de bombones) en la que pueda que ganes el gordo, te conformes con un
pedrea o pierdas pasta y tus castillos en el aire se desplomen de manera estrepitosa.
Normalmente cuando alguien me dice que un libro no le ha
gustado, inmediatamente le pido que me diga porque no le ha gustado, cual es la
razón, en ocasiones no me saben decir por qué, en otras sí, y como debo practicar con el
ejemplo; lo que me ha echado para atrás es la temática, no he conseguido
enganchar en ningún momento y la serie de acontecimientos narrados en la obra
no me han llegado a interesar. En este caso Maggie O’Farrell no ha despertado
mi lado observador.
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