23 de abril de 2011

Nada

Una de cal y otra de arena; esta es la sensación que tengo al leer este libro después de haber leído el anterior. Este libro ha supuesto para mí una bocanada de aire fresco después del atragantamiento que sufrí con el libro del sr. Marías.

A esta obra se le pueden reconocer tres méritos, el primero la obra en sí: muy bien escrita y con una calidad narrativa indiscutible; el segundo mérito que se le puede reconocer es la edad que tenía su autora cuando la escribió ya que apenas contaba con 23 primaveras y el último mérito pertenece al tiempo, el tiempo en el que fue escrita en plena posguerra, un tiempo no muy proclive a aventuras artísticas de esta índole y mucho menos viniendo de una mujer.


Esta obra, que ha día de hoy puede ser considerada un clásico, es a mi modo de ver una representación de una experiencia vital muy importante, en un nuevo contexto y con una convivencia diaria alejada de cualquier aspecto que pudiera ser considerado normal.

La protagonista nos muestra una actitud de cierta superación ante adversidades y también con claras muestras de rechazo a ser lo que viene a ser considerado una “mantenida” lo que la lleva a pasar hambre.

Una crítica que debo hacerle a este libro es la pronta desaparición de uno de los personajes que a mi modo de ver podría haber sido enormemente interesante para el desarrollo de la obra y sin lugar a dudas le habría dado más consistencia e interés al texto.

Aún así esta obra merece ser leída por la simple razón de que el escaso tiempo que se invierte en su lectura se ve recompensado con la misma, esto es, calidad concentrada y de rápido disfrute.


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