La vida transcurre apaciblemente en el idílico pueblecito inglés de
Edgecombe St. Mary, cuyos habitantes son defensores de la tradición y de viejas
costumbres como las partidas de caza o las fiestas temáticas en el club de
campo. Sin embargo, para el mayor Pettigrew, militar retirado, viudo, hombre
flemático y cultivado, dotado de un gran sentido del
honor —y, a su manera, del humor—, la vida está
a punto de sufrir un notable vuelco. Cuando recibe la noticia de la
súbita muerte de su hermano, el mayor Pettigrew halla consuelo, de forma
inesperada, en la discreta Sra. Ali, de ascendencia paquistaní, que regenta la
pequeña tienda de ultramarinos del pueblo, una mujer con quien hasta entonces
el mayor apenas ha intercambiado unas pocas palabras. Aunque es diez años más
joven, ella también ha enviudado recientemente y tiene que hacer frente a las
presiones del clan familiar, capitaneado por un arisco sobrino que aspira a
quitarle las riendas del negocio. Ambos son amantes de la vida solitaria, de
los poemas de Kipling y de la perfecta taza de té, y se sienten
irremediablemente atraídos. No obstante, esta tímida e incipiente relación no
tardará en revolucionar a medio pueblo y amenazará con causar verdaderos estragos,
sobre todo tras la aparición del hijo del mayor, Roger, un ejecutivo de la City
londinense.
Nuevamente
mis lecturas me trasladan a la Gran Bretaña más tradicional, en concreto a un
pueblo llamado Edgecombre St. Mary, en el cual se mantienen las costumbres más
características de la Inglaterra profunda. Y reconozco que este viaje a la isla
ha sido maravilloso. Pero dicho viaje no habría sido posible sin la compañía
del mayor Pettigrew.
El
mayor Pettigrew es uno de esos personajes a los que coges tal cariño, que te
cuesta despedirte al terminar la lectura, sin lugar a dudas un personaje
carismático, ocurrente, leal y al mismo tiempo sorprendente, hablando en plata
un personaje ideal para haber conocido en la realidad y compartido con el
algunas tardes de té y conversación literaria.
Sin
embargo el libro no sería lo que es sin contar con el argumento, un aspecto
fundamental en este libro, que favorece al lector conocer desde dentro la
cultura y tradición inglesa, y hasta la manera de pensar de los habitantes más
característicos del pueblecito. Ya que nos presenta por un lado algo muy
tradicional como es la organización de una fiesta, una cacería, fallecimiento y
problemas de herencia y reuniones sociales, pero también aparecen elementos más
“rompedores” como es la mezcla con otras culturas, la llegada de empresarios al
pueblo con ganas de invertir… y la conjunción de esto da lugar a una bomba de
relojería.
No
podría escoger entre los hilos argumentales, porque todos y cada uno de ellos
me han gustado y han aportado al global del libro matices que han convertido a
esta obra en una historia digna de ser leída y recomendada.
Si
destaco el personaje del mayor Pettigrew también debo destacar la maravillosa
narrativa que le da vida, Helen Simonson ofrece un texto fluido, incisivo y
divertido en el que la pausa no existe ofreciendo continuamente avances en la
historia, dejando de lado posibles e interminables reflexiones metafísicas
sobre el momento vital del protagonista (aunque si hay reflexiones excelentes y
necesarias). Como diría un compañero Twittero, Helen Simonson #EsBien.
Aunque
ya he hablado de ello en alguna ocasión, la autora se merece la mención, porque
tenemos ante nosotros la primera novela de Helen Simonson. Lo confieso disfruto
mucho cuando leo, lo disfruto a tope y luego descubro que es la primera obra
del escrito o escritora, no se porqué pero me hace especial ilusión, puede que
sea porque auguran un futuro brillante a la literatura y que la fábrica de
ideas de los escritores sigue funcionando cual reloj suizo.
Es de
justicia hacer un hueco en esta reseña al sentimiento más grande de todos, y
que en esta obra ha gozado de un lugar privilegiado en la puesta en largo de la
historia, estoy hablando del amor. Presente en todas sus facetas en este libro,
conyugal, material, amistad, apego a tradiciones, al dinero, al status, a las
creencias, filial, familiar, no correspondido, imposibles, al honor… que hacen
que la obra trasmita mucho más que palabras o marcos costumbristas
tradicionales y no tan tradicionales inglesas. Un mensaje claro a favor del
entendimiento, la concordia y el respeto, por un fin como es la tolerancia y la
paz.
Si
después de leer esta reseña, y colocándonos en la posibilidad que el libro es
de vuestro estilo y no os lancéis a leerlo, se puede decir que he fracasado con
esta reseña y no he sido capaz de transmitir las cualidades de la misma para
animaros a dar una oportunidad a esta obra. Por favor, no me hagáis quedar mal
e incluidlo en vuestra lista de pendientes.
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