27 de enero de 2014

LA CENA de HERMAN KOCH



¿Hasta dónde es capaz de llegar un padre para encubrir a un hijo que comete un delito injustificable? ¿Debe prevalecer el instinto de protección paterna, o la lealtad a unas normas sociales que garantizan la coherencia y la fortaleza del grupo? Estas y otras preguntas de igual calibre surgen como dardos durante la lectura de La cena, una novela ácida y provocadora que apunta sin miramientos a toda una clase social acomodada de los Países Bajos y, por extensión, de toda Europa, instalada en una inercia de autosatisfacción y complacencia, e indiferente hacia el devenir de la generación que ha de sucederla. Dos parejas se han citado a cenar en un moderno y exclusivo restaurante de Ámsterdam.
Mientras saborean el aperitivo y charlan con aparente despreocupación sobre la última película de moda y sus planes para las vacaciones, son conscientes de que, tarde o temprano, deberán abordar el incierto y acuciante asunto que los ha llevado a reunirse: el futuro de Michel y Rick, sus hijos de quince años, que según algunos indicios podrían estar envueltos en un caso de violencia grave. Así pues, tras los postres, cuando la cena llegue a sus últimos compases, la tensión entre los comensales habrá alcanzado su punto culminante y la cadena de secretos y revelaciones confluirán en un final dramático en el que nadie podrá esgrimir su inocencia.

Esta es la segunda vez que me enfrentó a una novela de Herman Koch, y me temo que por ahora será la última, ya que en castellano no se han publicado más, esta y La casa de verano con piscina. Y puedo decir que no me ha defraudado para nada, la anterior me dejó un buen sabor de boca y esta lo ha confirmado rotundamente.

Como ya dije en la anterior reseña de Herman Koch, este autor tiene una habilidad magnífica para narrar lo cotidiano y que interese al mismo nivel que una novela policiaca con el misterio mejor estructurado de todos los tiempos.

En este caso la acción se centraliza en la celebración de una cena en un restaurante de los caros en Ámsterdam, en la que se van sucediendo determinados paréntesis en los que el autor va mostrando poco a poco todos y cada uno de los detalles del caso, explicando la profundidad y el alcance de los hechos y como dependiendo de las decisiones que se tomen, las consecuencias serán más o menos trágicas. En estas decisiones el autor muestra las diferentes mentalidades de los protagonistas, y cuáles son los principios y prioridades por los que se rigen en sus vidas, al mismo tiempo que los confronta  con todas las consecuencias.

Es original que haya acompañado el avance de la historia con el de la cena, aperitivos, primer plato segundo y como guinda el postre, con una traca final que te dejará boquiabierto/a , simulando el proceso de una gran comilona, llegando a un final dulce, que en el caso de la novela, el nivel de dulzura dependerá de la conciencia y de los principios del lector o lectora. 

El narrador del libro en este caso es uno de los comensales de la cena, y a través de su relato nos hace ver la historia desde sus ojos, sin embargo la profundidad de sus reflexiones nos permite observar el resto de puntos de vista con cierta claridad, creando espacios en los cuales el lector puede optar por una u otra posición, no obligándolo a compartir la opinión del narrador.

Me gustan esta clase de novelas, en las cuales nos plantea un dilema moral, sin intentar dogmatizar al lector con la opinión del autor, ofreciendo ésta como única opción correcta y posible descartando de plano cualquier otra decisión u obviando otras interpretaciones sobre el asunto. No puedo evitarlo me gusta que las novelas, a pesar de que el texto sea inmutable, me ofrezcan la posibilidad de posicionarme e interpretar con libertad lo que leo, y esta novela  lo ofrece a raudales.

Ámsterdam

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