Una fría mañana de noviembre, tras un penoso viaje en barco, un anciano
desembarca en un país que podría ser Francia, donde no conoce a nadie y cuya
lengua ignora. El señor Linh huye de una guerra que ha acabado con su familia y
destrozado su aldea. La guerra le ha robado todo menos a su nieta, un bebé
llamado Sang Diu, que en su idioma significa «Mañana dulce», una niña tranquila
que duerme siempre que el abuelo tararee su nana, la melodía que han cantado
durante generaciones las mujeres de la familia. Instalado en un piso de
acogida, el señor Linh sólo se preocupa por su nieta, su única razón de existir
hasta que conoce al señor Bark, un hombre robusto y afable cuya mujer ha
fallecido recientemente. Un afecto espontáneo surge entre estos dos solitarios
que hablan distintas lenguas, pero que son capaces de comprenderse en silencio
y a través de pequeños gestos. Ambos se encuentran regularmente en un banco del
parque hasta que, una mañana, los servicios sociales conducen al señor Linh a
un hospicio que no está autorizado a abandonar. El señor Linh consigue, sin
embargo, escapar con Sang Diu y adentrarse en la ciudad desconocida, decidido a
encontrar a su único amigo. Su coraje y determinación lo conducirán a un inesperado
desenlace, profundamente conmovedor.

Como se expone en el resumen el
país de acogida del señor Linh es Francia y debido a la historia de que se
plantea en el libro a través de los diálogos con otros personajes personalmente
creo que el país de origen sería Vietnam, lo que hace una confrontación
cultural muy interesante occidente vs oriente.
El ritmo narrativo es muy bueno,
llegando a puntos culmen que hace que sientas un poco de angustia por el futuro
del señor Linh y su nieta, en un mundo que no les es muy favorable y familiar.
Sin embargo parece que en la historia llega un poco de aire fresco con la
llegada de un nuevo amigo del señor Linh, que a pesar de no poder entenderse,
traban una relación muy interesante y asentada, convirtiéndose en un pilar
fundamental para el protagonista.
La delicadeza con el que es
tratada la historia, demuestra un gran control de las palabras y los
sentimientos por parte de Claudel, siendo capaz de transmitir más allá del
texto, mostrando una realidad escondida a nuestros ojos.
Nuevamente mis lecturas me llevan
a compartir una historia con un protagonista perteneciente a la tercera edad,
reconozco que encontrarme este tipo de personajes, sobre todo cuando están bien
construidos, hacen que disfrute mucho más la lectura ya que la sabiduría y la
experiencia vital que proyectan ilumina y enriquece mucho más la trama del
libro.
Creo que ha llegado el momento de
hablar del final del libro, un final sorprendente y que provoca una revisión de
lo leído para comprender el por qué y haciendo que la opinión sobre la
totalidad de la novela cambié por un simple (y complejo) hecho.
Una novela que merece ser leída,
con una calidad indiscutible que no dejará a ningún lector indiferente. Un
regalo hecho libro.
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