La identidad siempre es un tema muy interesante en la literatura, la búsqueda del origen y el por qué de ciertas cosas, que en su origen nos fueron ocultadas por la razón que sea, en la mayoría de las ocasiones funciona como reclamo. El motivo por el que existen estos secretos es el germen y su descubrimiento puede dar lugar al alivio o incluso a mayores tormentos.
Gábor Schein nos presenta una novela que nos intenta atrapar con este hecho, con una búsqueda de un origen que “pica” a nuestra curiosidad, anunciando la situación de Ervin, mostrando al mismo tiempo una situación absolutamente trágica, como es la situación en los campos de refugiados húngaros en los años 50 aderezado con la “adopción” de nuestro protagonista por parte del señor Grönewald.
La conjunción de estos hechos es el triángulo sobre el que pivota la novela, buscando que todos ellos formen una imagen del momento que muestre al lector la gravedad de los acontecimientos.
Sin embargo, mis expectativas para con la lectura de esta novela no se han cumplido, pues esperaba más de ella, el principal hecho, el que se reseña en la contraportada, está completamente diluido entre otros hechos, que para mi restaban el interés por la lectura, dejando de lado ese aspecto que me atrajo del libro, que es la “adopción” de Ervin dentro del contexto del campo y el descubrimiento de ello por parte de Ervin.
En mi opinión, creo que la manera de afrontar la novela, o el modus operandi, para llevarla a cabo hace que el interés sobre la misma caiga, pues dificulta el llegar a entrar, el perderse en ciertos detalles, y el hacer de la narración algo enmarañado complica su lectura sin necesidad, a veces menos es mas. Cada autor tiene el derecho de plantear su historia como desee, pero también debe ser consciente que la elección del estilo, tendrá su repercusión sobre el “éxito” del texto.
Un aspecto interesante del libro son las imágenes que lo ilustran, que al igual que ciertos pasajes del texto no los encajo dentro de la historia, me encantaría una aclaración, una pequeña ayuda para verle el sentido. Lo cual no quiere decir que no me haya gustado, porque las imágenes eran muy originales.
Siempre digo que el momento de una lectura tiene un componente importante en que la novela gusté o no, y en este caso está claro que no era el momento, pero desconozco si en un futuro lo sea y que además tenga las ganas de volver a esta lectura, todo se verá, pero que conste que no soy muy partidario de relecturas ni que me hayan gustado ni que no.
Por otra parte destacar dos aspectos reseñables, por un lado la traducción a cargo de Adan Kovacsics lo cual siempre merece una mención, el trabajo de los traductores es muy importante para que una obra mantenga su esencia, y en este caso creo que así ha sido, y por otra parte la gran labor editorial que realizan desde Acantilado, ya que independientemente de si gusta o no el buen trabajo ha de reconocerse.
Gracias a Acantilado y Babelio por el ejemplar.
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