Sobre el fango negro de Auschwitz que todo lo engulle, Fredy Hirsch ha
levantado en secreto una escuela. En un lugar donde los libros están
prohibidos, la joven Dita esconde bajo su vestido los frágiles volúmenes de la
biblioteca pública más pequeña, recóndita y clandestina que haya existido
nunca. En medio del horror, Dita nos da una maravillosa lección de coraje:
no se rinde y nunca pierde las ganas de vivir ni de leer porque, incluso en ese
terrible campo de exterminio, «abrir un libro es como subirte a un tren que te
lleva de vacaciones». Una emocionante novela basada en hechos reales que
rescata del olvido una de las más conmovedoras historias de heroísmo cultural.

Nuevamente una lectura me
traslada a los campos de concentración y exterminio de la Alemania Nazi durante
la segunda guerra mundial, en esta ocasión de la mano de Antonio G. Iturbe, con
el que tuve la dicha de compartir una agradable conversación hace algún tiempo
sobre el mundo del libro y de la lectura en general, pasado, presente y futuro.
La protagonista en una joven,
llamada Dita, la cual por azares del destino se encuentra inmersa de la
persecución judía que ocurrió en Checoslovaquia durante la ocupación alemana,
pasando de ser una familia muy acomodada y bien situada en la sociedad a tener
que trasladarse al gueto de Terezín y posteriormente a conocer de primera mano
los campos de concentración y exterminio.
La bibliotecaria de Auschwitz
bajo mi punto de vista cumple un doble objetivo, el primero sirve a modo de
clase magistral sobre el funcionamiento de la maquinaria de la muerte y la
opresión creada por el régimen nazi, dibujando rostros claramente
identificables en los personajes que aparecen en el relato, permitiéndonos
poner cara y vida no “solo” a las once millones de personas que fueron
asesinadas en ese momento, sino también a todos los que tuvieron que pasar por
ese infierno y consiguieron escapar con vida de esa trampa mortal. Por otra
parte creo que el texto también busca poner en alza el valor de la cultura y
del conocimiento, magníficamente representados por los pocos libros que
custodiaba con tremenda devoción la protagonista del libro. Aspecto que condena
cualquier iniciativa política o social que dificulte, o directamente impida, el
acceso de la población, o a parte de ella, al conocimiento, aquí representado a
través de los libros; ya que esto significaría que los dirigentes de ese
movimiento quieren una población desinformada e ignorante, con un único
objetivo posible, dominarla para llevar a cabo sus oscuros propósitos
completamente alejados del bien común de la sociedad. Estemos atentos a las
políticas culturales de los gobiernos, esto nos dará una clara idea de lo que
en realidad buscan, por encima de cualquier programa o panfleto electoral. Y
por favor cuando hablo de políticas culturales no me refiero a espectáculos más
cercanos al circo que a la cultura, me refiero a la información con mayúsculas,
la formación, la lectura crítica, el conocimiento aplicado, el fomentar el
espíritu crítico de la gente y la capacidad de razonar del individuo.
Vaya, parece que una simple
bibliotecaria, puede dar mucho de sí aún en la condiciones más adversas,
mostrando a las claras una escala de valores y de principios que si se
aplicasen hoy en día, posiblemente la situación actual sería muy diferente.
El texto en sí está estructurado
de forma magistral, siendo una lectura fácil pero tremendamente elegante y
precisa en lo que se relata, imprimiendo velocidad a los momentos que los
necesitaba y un ritmo más sosegado cuando el texto lo requería. También resulta
una lectura muy adictiva ya que el ritmo de acontecimientos hace que el lector
mantenga cierta tensión sobre lo que ocurre en el momento o lo que parece que
va a ocurrir. Chapó por Antonio G. Iturbe.
La recomendación es evidente, sin
embargo es obvio que es una lectura tremendamente emotiva y dura por lo que
acontece, ya que se sabe que el relato está basado en una historia
absolutamente real. Tan real que en el texto encontramos un pequeño homenaje a
una jovencita a la que arrebataron la vida en ese infierno, pero que sigue
conmoviendo al mundo con su diario.
Anexo: Me ha parecido muy propio
publicar esta reseña en el Día del Libro, ya que es un ejemplo de homenaje al libro,
reflejando la importancia de este en todo momento, sobre todo en épocas duras,
actuando estos como auténticos salvavidas, manteniendo la esperanza de los que
se adentran en sus páginas y asegurando de esta manera la transmisión de
cualquier tipo de información.
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Frase que daba la "bienvenida" al llegar a los campos de concentración y exterminio |