29 de septiembre de 2014

EL CAMINO de MIGUEL DELIBES



Daniel el Mochuelo intuye a sus once años que su camino está en la aldea, junto a sus amigos, sus gentes y sus pájaros. Pero su padre quiere que vaya a la ciudad a estudiar el Bachillerato. A lo largo de la noche que precede a la partida, Daniel, insomne, con un nudo en la garganta, evocará las correrías con sus amigos -Roque el Moñigo y Germán el Tiñoso- a través de los campos, descubriendo el cielo y la tierra, y revivirá las andanzas de la gente sencilla de la aldea. La simpatía humana con que esa mirada infantil nos introduce en el pueblo, haciéndonos conocer toda una impresionante galería de tipos, y la fuerza con que, a través de rasgos frecuentemente caricaturescos, se nos presentan siempre netos y vivos, son los grandes aciertos de esta novela. El camino es, por su amalgama de nitidez realista, humor sutil, nostalgia contenida e irisación poética, no sólo una de las mejores novelas de Miguel Delibes , sino también, como señalara la crítica, una de las obras maestras de la narrativa contemporánea.


Esta pequeña novela en extensión pero muy grande en contenido ha sido para mí  un gran descubrimiento, ya que ha conseguido transportarme a lugares muy especiales y a situaciones muy divertidas y profundas al mismo tiempo.

Esta es la segunda novela que leo de Miguel Delibes después de El Hereje, recuerdo que esa lectura me gustó bastante, pero El Camino ha sido la clave para que el resto de sus obras entren en mi lista de futuras lecturas.

La capacidad de Delibes para recrear espacios, personajes, situaciones y sentimientos es maravillosa, partiendo de situaciones comunes y llegando a reflexiones en diferentes campos  de los temas que se tratan. El origen de esta capacidad reside en el profundo conocimiento del autor de los lugares representados, siéndole más sencillo hacer que el lector se sitúe en el texto, y revivir a los personajes de una forma más vívida.

La infancia es un periodo muy interesante, y si a esto le añades un ambiente rural alejado de las ciudades, resulta una combinación literariamente muy potente, ya que ofrece muchas posibilidades en lo que refiere a posibles argumentos, y queda claro que el autor ha sabido sacarle el partido.

Para todos los lectores que hayan tenido cierto contacto con el mundo rural y conserven recuerdos o conozcan experiencias personales en ese contexto la lectura de este libro sería muy especial por el componente personal que el lector aporta al mismo.

Por todo lo dicho la lectura de este libro es altamente recomendable. Son pocas páginas pero la calidad literaria que las llena es digna de ser leída y disfrutada por cualquier lector que se precie.


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